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Prilidiano Pueyrredón: Un pionero del arte argentino en el Museo Nacional de Bellas Artes
Hasta el 25 de febrero continúa la muestra que incluye cuarenta obras de uno de los artistas argentinos más importantes del siglo XIX. Para esta nota conversamos con la especialista María Florencia Galesio, curadora de la exposición junto con Paola Melgarejo y Patricia Corsani.
Publicado el jueves 08 de febrero de 2024 – Capital Humano / Cultura / Arte
A través de cinco ejes –“Costumbrismo/tradición”, “Un pintor profesional”, “Los retratos y el círculo del artista”, “Los viajes: América y el Grand Tour europeo” y “La costa y las afueras de la ciudad”–, la muestra Prilidiano Pueyrredón. Un pintor en los orígenes del arte argentino recorre diferentes etapas de la vida y obra de uno de los artistas más importantes de los inicios del arte argentino. Con la curaduría de María Florencia Galesio, Paola Melgarejo y Patricia Corsani, se exhiben retratos, paisajes y escenas costumbristas –tanto en óleo como acuarela–, además de algunas producciones de discípulos de Pueyrredón, como Fermín Rezábal Bustillo.
En total, se trata de cuarenta obras –en su mayoría, de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA)– en las que Prilidiano Pueyrredón no sólo demostró una maestría en la práctica pictórica, sino también su mirada de la joven nación argentina, mediante la representación de las tradiciones locales, personalidades aristocráticas y sectores populares de la época. Por otra parte, a partir del relato curatorial que se presenta, surgen preguntas y lecturas posibles acerca de la producción artística de Pueyrredón en medio de las tensiones políticas que le tocó atravesar, como el período rosista y las batallas sangrientas entre unitarios y federales. En ese sentido, ¿cómo llegó a pintar una de sus obras icónicas, Retrato de Manuelita de Rosas, cuando años atrás había abandonado el país debido a la persecución rosista?
El camino de un artista
En 1835, Prilidiano Pueyrredón aún estaba lejos de convertirse en el hombre que fue: pintor notable –además de arquitecto e ingeniero– y una de las grandes personalidades de la historia del arte argentino. Pero todavía tenía doce años y, junto con su familia, llegó por primera vez a Europa. Allí vivió en la ciudad francesa de Burdeos. Una década más tarde, emprendería el Gran Tour para conocer a los grandes maestros del viejo Continente y profundizar su formación. Pero todavía era 1835, todavía tenía doce años y el motivo del viaje familiar era otro: escapar del gobierno de Juan Manuel de Rosas.
Cinco años después, la familia Pueyrredón regresó a Buenos Aires, pero al poco tiempo se instalaron en Río de Janeiro. En 1844, ya con 22 años, el joven Prilidiano se encontraba nuevamente en Francia, y esta vez en París. Allí estudió arquitectura y, seguramente –como sostienen algunos especialistas–, comenzó también su acercamiento hacia la pintura. Fue el momento cuando realizó aquel famoso Gran Tour por Florencia, Roma y Nápoles.
Si bien permaneció en la capital francesa hasta 1849, la epidemia del cólera que entonces azotaba la región hizo que toda la familia regresara a Buenos Aires. Los Pueyrredón, en 1850, se instalaron en una chacra de San Isidro. Y fue al año siguiente cuando Prilidiano –aún por motivos poco claros, teniendo en cuenta su oposición al rosismo– pintó una de sus obras más famosas: Retrato de Manuelita de Rosas. Allí inmortalizó a la hija del todavía gobernador de Buenos Aires. A partir de 1854 –Juan Manuel de Rosas ya había perdido el poder en la Batalla de Caseros de 1852–, Prilidiano nunca más abandonó la provincia argentina y murió en San Isidro, el 3 de noviembre de 1870, a los 47 años de edad.
A lo largo de su vida, Pueyrredón realizó más de doscientas obras: la mayoría, retratos por encargo de las familias más acomodadas de Buenos Aires. Fue también uno de los primeros en representar la vida gauchesca y distintas escenas de la costa del Plata y de la pampa, cuyas composiciones presentan elementos naturalistas, realistas y otros propios del romanticismo. Algunas de sus piezas más conocidas son Un alto en el campo (1861), Capataz y peón de campo (1864), Lavanderas del Bajo Belgrano (1865) o Recorriendo la estancia (1865).
A continuación, María Florencia Galesio –historiadora del arte, responsable del Área de Investigación y Curaduría del Museo Nacional de Bellas Artes, y una de las curadoras (junto con Paola Melgarejo y Patricia Corsani) de la exposición Prilidiano Pueyrredón. Un pintor en los orígenes del arte argentino– comenta distintas aristas que atraviesan la muestra.
-Esta exhibición se suma a otras que viene realizando el MNBA, en relación con las primeras experiencias estéticas en esta parte de la región, durante el siglo XIX. En ese sentido, ¿cuál es la importancia y el aporte de Prilidiano Pueyrredón en las artes plásticas locales?
-La figura de Prilidiano fue muy importante hacia mediados del siglo XIX. Entre los artistas locales, después de Carlos Morel, primer pintor argentino de formación académica, había estudiado en la Universidad de Buenos Aires, surge la figura de Prilidiano. En la escena porteña trabajaban varios extranjeros, como Carlos Enrique Pellegrini, Jacobo Fiorini, Félix Revol y, un poco más adelante, Jean León Pallière. Pueyrredón regresa a Buenos Aires y en uno de sus primeros encargos, el Retrato de Manuela Rosas, demuestra su gran habilidad artística.
-Pueyrredón –como tantos otros artistas– viajaron y aprendieron de los grandes maestros, sobre todo, europeos. En su propia producción, ¿hay características y elementos que incorporó marcadamente y otros que desechó o relaboró?
-Evidentemente su estadía en Río de Janeiro y, más tarde su etapa de formación técnica como arquitecto en París, y sus estadías en España, le proporcionaron una cultura visual importante. Allí, conoció las tendencias artísticas del momento, la pintura académica, el romanticismo, el realismo, el paisajismo de la escuela de Barbizon, el naturalismo. En cada uno de los géneros que abordó, el retrato, la pintura de costumbres, el paisaje, reelaboró estos lenguajes según sus necesidades expresivas.
-Algo muy notable del siglo XIX –dentro de las lógicas de las condiciones de producción del momento, tanto en Argentina como en Europa y Estados Unidos– es la fundación y difusión cada vez mayor de la prensa; y, junto con ella, la ampliación de públicos espectadores. ¿Se trata de cuestiones que modificaron las formas de su trabajo pictórico? ¿La figura de “pintor profesional” acercó a Pueyrredón a la noción de la obra como mercancía o el artista tomó otro tipo de posición al respecto?
-En este sentido, en la exposición nos interesó destacar cómo el propio Pueyrredón se ocupó de gestionar su producción. En esa época Buenos Aires carecía de espacios de exposición, no había galerías de arte y no había museos. Los lugares donde podía exhibir sus obras eran su propio taller y los almacenes Fusoni. Por su taller circulaban distintas personalidades de la época, de círculo social que se convirtieron en sus clientes. Pero, además, allí también recibía a la prensa, periodistas de La Tribuna y el Correo del Domingo lo frecuentaban, y él se preocupaba por explicarles las obras en las que estaba trabajando. Esos encuentros eran trasladados al papel en sendas notas periodísticas y, en muchas ocasiones, acompañadas de litografías realizadas por uno de sus discípulos, Fermín Rezábal Bustillo, quien reproducía algunas de esas obras. Evidentemente le interesaba difundir su obra.
-En 1835, cuando Pueyrredón tenía 12 años, él y su familia parten a Europa, escapando del Gobierno de Juan Manuel de Rosas. ¿Cómo llegó luego, en 1851, ya como artista formado y en ejercicio, a pintar una de sus obras más icónicas: el Retrato de Manuelita Rosas?
-Sí, es un tema que, con Patricia Cosani y Paola Melgarejo, no hemos podido terminar de dilucidar. Pero aparentemente él estaba especialmente interesado en realizar ese retrato que fue un encargo especial del gobierno de Rosas. Podría suceder que Prilidiano intentara dar a conocer su trabajo como retratista. Por otra parte, que el retrato lo pintara el hijo de un opositor podía contribuir a calmar ciertas tensiones con el objetivo de buscar cierta tranquilidad al finalizar su gobierno.
-Para quienes todavía no visitaron la muestra, ¿qué cosas tener en cuenta para disfrutarla mucho más?
-Observar los detalles en cada género que abordó. Otro punto que quisimos resaltar en la muestra es el papel de sus discípulos, con las litografías de Fermín Rezábal Bustillo y los dibujos de los soldados de la Guerra del Paraguay. La exposición está compuesta por 40 obras de la colección del MNBA, y una obra poco difundida de la etapa temprana de Pueyrredón es Pescador, del Museo de Bellas Artes de La Plata, y los dibujos de Rezábal Bustillo del Museo Histórico Nacional.
La exposición Prilidiano Pueyrredón. Un pintor en los orígenes del arte argentino puede visitarse hasta el 25 de febrero de 2024 en las salas de la planta baja del Museo, de martes a viernes, de 11 a 20, y los sábados y domingos, de 10 a 20, con entrada libre y gratuita.
Imagen de portada: Un domingo en los suburbios de San Isidro. Prilidiano Pueyrredón, 1864. Colección MNBA.