Ministerio de Cultura
La Masacre de Napa’alpí, un crimen de lesa humanidad
En 1924, el Estado argentino y junto a poderosos terratenientes masacraron a indígenas y criollos por luchar contra la explotación a la que eran sometidos. Casi 100 años después, en un juicio inédito, la justicia determinó que la masacre fue un genocidio. Sobrevivientes, familiares y miembros de los pueblos Qom y Mocoví trabajan por mantener viva la memoria. En esta nota, hablamos con Marina Barrientos, integrante de Renacer Napa’alpí.
Publicado el martes 19 de julio de 2022 – Ministerio de Cultura
Napa’alpí significa lugar de descanso. Este territorio, que hoy se denomina Colonia Aborigen, se ubica en el monte chaqueño a 132 km de la ciudad de Resistencia. Allí habitan desde tiempos ancestrales tres etnias; Qom, Wichi y Mocoit. El 19 de julio de1924 más de 400 hombres, mujeres y niñas y niños criollos y pertenecientes a estas comunidades fueron víctimas de uno de los episodios más extremos de violencia que sufrieron los pueblos originarios y que se conoció como la Masacre de Napa’alpí.
Población de la Reducción de Napa’alpí, 1920. Foto: Archivo General de la Nación. El AGN aportó a la causa numerosa documentación perteneciente al Fondo Documental Ministerio del Interior, que sirve como prueba de la masacre.
19 de julio de 1924
En 1882 se iniciaron lo que se llamó las reducciones indígenas por parte del Estado. Las tierras donde habitaban las comunidades fueron vendidas a colonos europeos, quienes las destinaron a la producción agrícola, y Chaco se convirtió en la productora nacional de algodón. En 1924, el estanciero algodonero y político radical Fernando Centeno fue nombrado gobernador por el presidente Marcelo T. Alvear. Las autoridades provinciales dispusieron que los indígenas debían entregar el 15 % de su producción de algodón. Frente a esta nueva medida, sumado a las condiciones de semi esclavitud que venía sufriendo la población, en julio de 1924 las comunidades Qom y Mocoví se declararon en huelga y se concentraron para reclamar por mejores condiciones de trabajo. Como respuesta, los efectivos y los civiles comandados por el gobernador Centeno dispararon con fusiles sobre los hombres, mujeres, ancianos, niñas y niños que se encontraban reunidos; y luego remataron, mutilaron y enterraron en fosas comunes a las víctimas, y persiguieron y hostigaron a quienes sobrevivieron.
A pesar de la histórica negación de las autoridades nacionales y locales sobre los hechos, y la impunidad que operó sobre sus autores, las comunidades Qom y Moqoit no olvidaron el dolor de la masacre, y casi 100 años después, la verdad y la justicia se hicieron presentes en el territorio chaqueño.
La última noche tranquila en Napa’alpí. Obra de la artista indígena Fiorela Anahí Gómez
Juicios por la Verdad
En 2014, el Estado argentino comenzó a investigar los delitos de lesa humanidad cometidos en Napa’alpí y solicitó la apertura de un Juicio por la Verdad, debido a que todos los eventuales culpables ya habían muerto. Estos juicios no tienen consecuencias penales, sino que están enmarcados dentro del compromiso que tiene el Estado frente a la comunidad internacional de investigar y perseguir todas aquellas violaciones graves a los derechos humanos.
Foto: Pablo Caprarulo / Secretaría de Derechos Humanos y Géneros de Chaco
Durante las audiencias se escucharon valiosos testimonios de ancianos que eran niños en el momento de la masacre, familiares de víctimas, investigadores, docentes y especialistas. Para muchas y muchos de ellos fue la primera vez que pudieron contar lo que vivieron, escucharon y sintieron sus familias.
“Mi mamá me contaba que ellos hicieron su propia choza precaria allí y que el jornal que le pagaban no le alcanza. Le pagaban un vale o bono, no conocían la plata, con eso iban a los negocios grandes en Quitilipi. Ella comentaba que trabajaban desde muy temprano y solo paraban para almorzar y luego seguían hasta que caía el sol; también trabajaban los días sábados. Después se fundó la Reducción, donde llegaban numerosas familias en busca de trabajo, Mocoví, Tobas y Vilelas, además algunos criollos. No tenían atención médica, había discriminación racial. Mi madre me decía que vivían como esclavos en esa época”, declaró Sabino Irigoyen, hijo de Melitona Enrique, la primera abuela que se animó a hablar de la masacre.
También se incorporaron las palabras de testigos ya fallecidos cuyos relatos se pudieron ver a través de videos y de la lectura de entrevistas que años atrás les habían realizado algunos investigadores del Ministerio Público Fiscal, como las y los jóvenes Colonia Aborigen, que comenzaron a buscar la verdad sobre esa etapa silenciada de su comunidad. En los videos se puede ver, por ejemplo, a Rosa Grilo, del pueblo Qom, filmada a los 114 años y última sobreviviente de la Masacre de Napa’alpí.
“Es muy triste para mí, porque mataron a mi papá. Casi no me quiero acordar, me hace doler el corazón”, decía Rosa durante la entrevista. Su relato fue crucial para confirmar la presencia de una avioneta en el lugar de los hechos y la crueldad de los responsables de la matanza quienes arrojaron golosinas desde la misma para luego asesinar a quienes se acercaban a recogerlas.
Atravesar el silencio
Marina Vanesa Barrientos nació y se crio en el territorio. Es hija de Napa’alpí y descendiente de tres pueblos, del Qom y del Vilela Guaraní. Se dedica a la salud comunitaria y forma parte de Renacer Napa’alpí, una organización creada por Juan Chico, docente, investigador e impulsor de la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia sobre los hechos ocurridos del 19 de julio. **Resistir Napa’alpí* está conformado, en su mayoría, por un grupo de docentes bilingües interculturales indígenas nacidos en Colonia Aborigen.
“Nuestra generación no entendía qué pasaba en el medio, había una falta identitaria en nuestras comunidades. Siempre hubo fragmentos de esta historia dando vueltas pero al interior de nuestras familias, no era un tema que se hablaba a nivel comunitario. Es una temática que todavía duele. Nosotros venimos hace más de diez años trabajando en el territorio para poder lograr que nuestros abuelos hablen de Napa’alpi y fue un desafío porque siempre nos dijeron que Napa’alpí era un tema del que **no se hablaba porque eso le hacia mal a nuestros abuelos, por eso a nivel comunitario era un tema prohibido. Recién en 2008 habla por primera vez Meritona Enrique, a través de la investigación de Pedro Solans que la entrevista y se logra romper ese silencio. Este investigador no indígena logró plasmar esa voz de ella, y a partir de ahí otras abuelas se animaron a hablar y se empezó a romper ese silencio tan doloroso”.**
En 2011, Colonia Aborigen cumplió 100 años y desde Renacer Napa’alpí, fueron a entrevistar a sus mayores. Al ser miembros de la misma comunidad, lograron que muchas abuelas y abuelos empaticen con ellos y puedan hablar de ese dolor, de esa angustia y de ese sufrimiento vinculado a la masacre que los acompañaba desde hacía tantas décadas. “Juan Chico se abocó de lleno a visibilizar este tema. Y cada uno de nosotros fue trabajando en el territorio y sumando a este trabajo de reconstrucción. Fue un impacto para nosotros y también para nuestros abuelos de ver en nosotros la necesidad de conocer esa historia. Muchos testimonios de los que grabó Juan se usaron en el Juicio por la Verdad, esos abuelos y abuelas ya fallecidos estuvieron presentes con sus voces de esa manera”.
Juan Chico no llegó a presenciar el juicio porque falleció en 2021. La fuerza de su lucha vive en cada integrante Renacer Napa’alpí y los frutos de su incansable trabajos fueron claves durante el juicio
Genocidio
Durante el mes de abril y mayo de 2022 se realizaron las audiencias del Juicio por la Verdad. Los juicios por la verdad son instancias judiciales que tuvieron su génesis en la Argentina de fines de los ’90 cuando se abrieron las investigaciones para determinar el destino de las y los desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar e individualizar a los responsables, pero sin la finalidad de sancionarlos, dado que estaban vigentes las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Estos juicios orales son producto de la lucha de los organismos de Derechos Humanos que buscaron estrategias alternativas para hacer frente a la impunidad mediante la búsqueda judicial de la verdad.
Tal como en el caso del terrorismo de Estado de los años ’70, durante la investigación intervino el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para realizar los trabajos de exhumación de las fosas comunes, con el fin de documentar científicamente información sobre el perfil biológico (sexo, edad) y causa de muerte y analizar cualquier otra evidencia que se recupere. Guiados por los testimonios de familiares de las víctimas, el EAAF inició los trabajos de excavación con resultados positivos.
Fosas comunes en Napa’alpí. Imagen: Equipo Argentino de Antropología Forense
“El juicio también fue un punto de inflexión por el regreso de los restos de nuestros antepasados, tanto de los que fueron expuestos en el Museo de La Plata y restituidos en 2021, como los que hallaron los miembros del EAAF. Ahora podemos tener ese memorial en el lugar donde sucedió el genocidio, podemos ir a visitar a nuestros abuelos y pudimos darle dignidad a ese proceso de muerte. Nosotros conocíamos el lugar pero no queríamos ir por todo ese dolor pasado ahí, así que poder llegar a esas restituciones fue una pequeña paz. A partir de eso, como decía el abuelo Saluciano, al momento de partir al otro espacio, él se iba poder llevar toda esa lucha de una vida y ese paso a nivel justicia”, comenta Marina.
La jueza federal de Resistencia, Zunilda Niremperger, en la sentencia del Juicio por la Verdad dejo en claro que “la Masacre de Napa’alpí fue un crimen de lesa humanidad cometido en el marco de un proceso de genocidio de los pueblos indígenas”, y que el Estado Nacional fue responsable “en el proceso de planificación, ejecución y encubrimiento en la comisión del delito de homicidio agravado con ensañamiento con impulso de perversidad brutal, en reiteración de hechos que concursan entre sí, y reducción a servidumbre, en reiteración de hechos que concursan entre sí, ambos en concurso real, por el cual resultaron asesinadas entre 400 y 500 personas de los pueblos Moqoit y Qom en la Reducción de Indios Napa’alpí ubicada en Territorio Nacional del Chaco”. Sostuvo además que el hecho fue orquestado por el Estado nacional en el marco de un genocidio con el acompañamiento de hacendados de la zona.
La sentencia contempla una serie de medidas de reparación que incluyen la transmisión íntegra del juicio a través de la Televisión Pública, la continuidad de los trabajos de búsqueda de fosas comunes, la inclusión de Napa’alpí en el diseño curricular de todos los niveles educativos del país y la obligación del Congreso de declarar al 19 de julio como Día Nacional de Conmemoración de la Masacre de Napa’alpí.
Napa’alpí hoy
Para Marina es fundamental reconstruir la identidad de estas generaciones silenciadas; y pensar en estas redes y en las luchas de sus ancestros para garantizarles en el presente poder volver a caminar por estos lugares
“Para nosotros es fundamental poder hablar de esta historia sobre todo pensado en los más chicos que no hablan la lengua y en los adolescentes que justamente están atravesado su propia construcción identitaria. Hablar del arraigo, del desarraigo, de nuestra identidad y de la riqueza que nos dejó el proceso del juicio, que nos permite reflexionar, volver a mirar y escuchar esos testimonios frutos de un trabajo colectivo entre investigadores no indígenas, indígenas y miembros de la comunidad”.
Escuela de Napa’alpi. Foto: Renacer de Napa’alpí
Fuentes: Ministerio Público Fiscal / Fundación Napalpí / Perycia
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Revista Sueños colectivos. Especial Napa’alpí (44.18 MB) Descargar archivo
Fundamentos de la sentencia (6.68 MB) Descargar archivo
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