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El verano y los discursos estigmatizantes sobre los cuerpos

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A raíz de ciertos discursos gordofóbicos que circulan en los medios de comunicación audiovisual y redes sociales, los Observatorios de la Discriminación y el Área de Investigación del INADI acercan una serie de recomendaciones para el tratamiento mediático de la diversidad corporal.

Publicado el martes 18 de enero de 2022 . Ministerio de Justicia y Derechos Humanos / inadi


La reproducción de discursos discriminatorios naturalizados que estigmatizan y ridiculizan a los cuerpos gordos. En un informe reciente , el INADI presentó un análisis y **recomendaciones para evitar la difusión de este tipo de discursos.

Algunos de sus principales puntos destacan que:

Detrás de los mandatos de belleza hegemónica se esconde la presión por adecuarse y encajar. Como todos los mandatos, opera de manera doble demarcando qué es deseable y qué no lo es. En este caso se trata de un ideal que asocia la belleza con delgadez [y la supuesta perfección] y, como contraparte, la gordura con fealdad [y la supuesta imperfección] . Nos encontramos entonces frente a un mandato que, equiparando delgadez con belleza [y perfección], establece una jerarquía entre las personas, particularmente las mujeres.

La belleza hegemónica —que es gordofóbica— reproduce la idea de que lo bello, lo deseable y lo valioso de los cuerpos responde a un único modelo. Todo cuerpo que no se asimila a dicho modelo o no evidencia querer acercarse a él es juzgado, ridiculizado o repudiado. De esta manera, se constituye un mito en torno a un modelo de belleza ideal, sin importar cuán arbitrario sea y cuán imposible resulte alcanzarlo. Así, lo “gordo” se vuelve una categoría asociada a lo negativo, lo malo, lo desechable o indeseable en términos sociales. Ese modelo de cuerpo bello que se asume como universal obviamente no se corresponde con la diversidad que presentan los cuerpos.

La exigencia que impone este paradigma genera sufrimiento: las personas se encuentran frente a una mirada social que sanciona y reprueba. Y, dado su carácter interseccional, esta problemática se agrava cuando es atravesada por estereotipos de género, raciales, xenófobos o clasistas. En este marco, tiene diversas consecuencias que van desde alentar el desarrollo de trastornos de salud como la depresión, la anorexia o la bulimia, hasta favorecer la reproducción de estereotipos de género relacionados con la cosificación y reducción de los cuerpos a objetos de valoración y consumo, cuando no acaba siendo expresado en el ejercicio de un acto discriminatorio e incluso un acto de violencia gordo-odiante.

La violencia simbólica

En la Argentina, en el año 2009, se sancionó la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones Interpersonales. Esta normativa define la violencia simbólica (entre otros tipos de violencia) como aquella que “a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad” (art. 5).

El discurso gordo-odiante es, entonces, un claro ejemplo de violencia simbólica: muestra un cuerpo que solo puede ser exhibido si se señala su contraposición con el modelo de cuerpo asumido como ideal, lo cual refuerza los parámetros estéticos hegemónicos.

Conclusión

Los medios de comunicación poseen un rol fundamental en la constitución de los imaginarios sociales y como formadores de opinión. Por eso, es indispensable que comuniquen a partir de buenas prácticas, visibilizando la violencia simbólica y poniendo en cuestión las representaciones hegemónicas de los cuerpos.

Es importante agregar la relevancia que poseen las redes sociales y la relación estrecha que tienen los contenidos que en ellas circulan con los contenidos publicados por los medios de comunicación.

Las palabras y las expresiones discursivas pueden ser vehículos de la discriminación o de la apertura a nuevas miradas que colaboren a deconstruir prejuicios y estereotipos. En este sentido, el INADI trabaja para promover una comunicación inclusiva, que desnaturalice las jerarquizaciones de personas, grupos, relaciones y prácticas sociales.

Recomendaciones

Todo intercambio de contenidos que señala a las personas que no se adecuan a determinados parámetros corporales como indeseables, inadecuadas o cuestionables contribuye a dañar su autoestima, al mismo tiempo que se refuerzan prejuicios y se abona a la exclusión. Por ello, desde el INADI ponemos a disposición las siguientes recomendaciones en relación al discurso gordofóbico o gordo-odiante para la comunicación y uso de redes sociales, según tres niveles de la discriminación:

1. Evitar la ESTIGMATIZACIÓN de las personas gordas. Erradicar toda alusión a la estandarización de los cuerpos así como la difusión y la reproducción de estereotipos sobre las personas gordas, más aún en tono de burla.
• No reducir a las personas a su aspecto físico ni a su cuerpo como un todo, menos todavía reducir a las personas a una parte de su cuerpo.
• Evitar toda referencia a un criterio de normalización de las personas; es decir, la idea de que es necesario ajustarse a un determinado parámetro de normalidad. En su lugar, se recomienda favorecer una mirada que respete las diferencias y la pluralidad de los cuerpos.
• Erradicar toda referencia a determinados atributos físicos y estéticos como una meta a la que deben aspirar todas las personas.
• No alentar la meritocracia asociada al ideal de belleza.
• No reproducir estereotipos que asocian la gordura con la falta de ejercicio, malnutrición y ausencia de voluntad.
• No reproducir estereotipos que unívocamente asocien la gordura con la enfermedad, o la delgadez con la buena salud.
• Evitar toda ridiculización de las personas en base a características o atributos físicos.
• Prestar especial atención a la feminización del ideal de belleza, por cuanto son las mujeres e identidades feminizadas quienes mayormente sufren el hostigamiento sobre sus cuerpos.

2. Identificar, reconocer y eliminar la MARGINACIÓN, que incluye también el maltrato, el trato desigual y la representación negativa de los cuerpos no hegemónicos.
• Repudiar y condenar las situaciones de violencia. Evitar la difusión de imágenes y testimonios con contenido discriminatorio, agresivo y de incitación violenta.
• Repudiar y condenar los mensajes de “odio” a los cuerpos gordos, recordando que el impacto en la infancia y adolescencia es muy profundo y peligroso.
• Evitar reproducir un mandato de delgadez como única forma de belleza, más aún entre mujeres, lesbianas, trans y travestis jóvenes y adolescentes.
• Dar visibilidad a las demandas del activismo gordo, generando espacios donde puedan expresarse para dar fin al silenciamiento de sus voces.
• Reflexionar sobre el carácter racista del modelo estético hegemónico, así como su dimensión clasista y su raíz patriarcal, dando lugar a especialistas que puedan aportar a la comprensión cabal de la problemática.

3. Denunciar la NEGACIÓN de derechos y tomar medidas reparatorias cuando esto haya sucedido.
• Promover la inclusión de las personas gordas en espacios de difusión y medios de comunicación.
• Tener presente que el acceso a lo que se considera y promueve como una alimentación “saludable” está lejos de las posibilidades económicas reales de gran parte de nuestra sociedad.
• Advertir sobre la presencia de estos discursos incluso dentro del seno familiar, evitando la actitud de ser “policía de los cuerpos” dentro del hogar, que impone una situación de particular vulnerabilidad emocional en la cual se multiplican las situaciones de ansiedad.
• Fomentar una relación respetuosa con el cuerpo, considerando el derecho y oportunidad de nutrición, cuidados y recomendaciones médicas que cada familia o persona necesite, desee y pueda sostener.
• Comunicar las formas y vías para denunciar las situaciones de discriminación.

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