Ministerio de Cultura
Lino Enea Spilimbergo, las artes y el compromiso con el mundo
Pintor, grabador y muralista vinculado al surrealismo junto a Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino, es considerado uno de los maestros del arte argentino del siglo XX.
Publicado el 11 de agosto de 2021 · Ministerio de Cultura
Hijo de Antonio Enea Spilimbergo y María Giacoboni, inmigrantes italianos, Lino Claro Honorio Enea Spilimbergo nació el 12 de agosto de 1896, en el barrio porteño de Palermo. Asistió al colegio salesiano Don Bosco para después decidirse a estudiar dibujo de ornamentación en la Escuela Industrial ubicada en la calle Salguero.
Comienza a trabajar de muy joven en diferentes oficios, como cadete, telefonista y pasa doce años trabajando para la Oficina de Correos y Telégrafos mientras estudia en la Academia Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrrredón. En sus años de formación, aborda la figura humana, los torsos y también se perfecciona en la técnica de grabado de la monocopia. Entre sus profesores se encuentran artistas como Pío Collivadino o Ernesto de la Cárcova. Egresa en la mitad del tiempo estipulado, es decir, en apenas tres años. Con su título comienza a ejercer como docente de arte. Envía al Salón Nacional de Bellas Artes algunas de sus obras y recibe el Primer Premio de Grabado, por sus aguafuertes Elementos de Trabajo e Invierno.
Autorretrato (1939). Fuente: Pinterest.
A los 22 años muere su padre y Spilimbergo escribe una autobiografía. En su condición de asmático crónico, los médicos le aconsejan vivir en un clima más seco y se traslada a Desamparados, provincia de San Juan. Allí vive de 1921 a 1924, mientras continúa trabajando para la Oficina de Correos, imponiéndose una estricta rutina diaria de práctica artística. En San Juan, realiza su primera exposición individual. Algunas de sus obras en esos años son Figura de niña (1920), la primera obra que envía al Salón Nacional de Bellas Artes, con la que gana el Primer Premio de Grabado en 1922 y el Tercer Premio de Pintura en 1923, por Seres humildes.
En 1925 renuncia a su trabajo en la Oficina de Correos y recibe, por parte del Salón Nacional, el Premio Único al Mejor Conjunto, que le permitirá viajar a Europa y estudiar las técnicas que allí se estilaban y practicaban.
Etapa europea
Pasa un tiempo en Italia y luego en Francia, estudiando en la Académie de la Grande Chaumière por la mañana; y dibujo, composición y color, en el prestigioso taller de André Lhote, por la tarde. Aprende, entre otras, la técnica de la pintura al temple y las pinturas poscubistas. La pintura de Paul Cézanne es una de sus influencias por entonces. En Italia, adquiere la técnica renacentista que aplicará en sus grabados, el arte etrusco y bizantino. La obra de Carlo Carrá, Giorgio De Chirico y su pintura metafísica son también de gran influencia en su trabajo. Todos estos conocimientos se conjugan en una síntesis de estilo único, en el que conviven lo clásico, lo moderno, lo surrealista y lo metafórico.
Durante esos años europeos entabla amistad con Antonio Berni y otros artistas argentinos que eran conocidos como “los muchachos de París”. Además de sus inquietudes artísticas, los unía la ideología de izquierda. Al regresar, la amistad se mantuvo intacta y conformaron un grupo en base a sus ideas gremiales.
Spilimbergo y su esposa Germaine. Foto: Télam.
Regreso y compromiso social
En 1928 regresa a la Argentina, junto con su esposa francesa Germaine. Se dedica a una temática social, plasmada en la estética mural. En 1933 se integraría al Frente Popular organizado por el Partido Comunista, y decide fundar el Sindicato de Artistas Plásticos. Ese mismo año, junto con Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y otros artistas como Enrique Lázaro y David Alfaro Siqueiros, crea el mural Ejercicio plástico en el sótano de la quinta de Natalio Botana, director del diario Crítica. Actualmente, el mural restaurado se encuentra en exhibición en el Museo de la Casa Rosada (ex Museo del Bicentenario).
Terracita (1933). Museo Nacional de Bellas Artes.
En la denominada Serie de las terrazas explora los elementos clásicos de lo figurativo. Son imágenes congeladas aisladas de una temporalidad concreta. Breve historia de Emma 1936-1937 es una obra inspirada por una crónica policial de treinta y cuatro monocopias, en las que el artista denuncia la explotación de la mujer forzada a ejercer la prostitución. Interlunio, poemario de Oliverio Girondo (Editorial Sur, 1937) está compuesta por once aguafuertes. Por esta obra, el artista obtiene la Medalla de Oro al Grabado en la Exposición Internacional de París en 1937.
Interlunio. Foto: Cervantes virtual.
En 1946 Spilimbergo crea junto con Manuel Colmeiro Guimarás y Demetrio Urruchúa, Castagnino y Berni el Taller de Arte Mural, cuyo trabajo se puede observar en los murales dentro de las Galerías Pacífico de Buenos Aires. La intención era plasmar el arte social, comprometido con el humanismo, oponiéndose al arte exclusivo para las minorías. La lucha del hombre contra los elementos de la naturaleza será la primera obra del mural, creada por el propio Spilimbergo.
Breve historia de Emma. Foto: Télam.
Sus años docentes
Su tarea docente se inicia como maestro de dibujo geométrico y ornamental en la Escuela de Artes Gráficas, y como profesor de la Academia Nacional de Bellas Artes y en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad de La Plata.
Entre 1948 y 1952 imparte clases de dibujo, pintura y composición en la Universidad de Tucumán, donde fue director del Instituto Superior de Artes. Allí se dedica con pasión a la formación de artistas que trabajan en equipo para la producción de obras murales y establecer, así, contacto con el pueblo. Algunos de sus discípulos fueron Enrique Sobisch Medardo Pantoja, Luis Lusnich, Eolo Pons, Leopoldo Presas y Ana Sacerdote.
A partir de la década del ’50 participa de numerosas exposiciones tanto individuales como colectivas en la Argentina y en el exterior, como en la Bienal de Venecia, la de San Pablo y la Exposición de Pintura Argentina en las ciudades de Nueva York, Helsinki, México y Pekín, entre otras. En ellas, además de profundizar su consagración como artista, se instala definitivamente como un intelectual crítico y comprometido con la realidad social.
A partir de 1959, alterna su residencia entre en Buenos Aires y en Unquillo, provincia de Córdoba, donde fallece el 16 de marzo de 1964, a los 67 años.
Reconocimientos
Entre los premios que recibió durante su carrera artística: el Primer Premio Grabado del Salón Nacional en 1922. En 1925, Premio al Mejor Conjunto, Salón Nacional y Segundo Premio Pintura, Salón de Otoño, La Plata; Primer Premio del Salón Santa Fe en 1927; Primer Premio, Salón Rosario en 1929; Primer Premio, Salón Nacional en 1933; Gran Premio Pintura y Medalla de Oro al Grabado, Exposición Internacional, París y Gran Premio de Honor, Salón Nacional en 1937.
Sus obras se encuentan en los siguientes museos de nuestro país: Museo Nacional de Bellas Artes, Museo Provincial de Bellas Artes Caraffa y Museo Municipal de Bellas Artes Dr. Genaro Pérez, ambos de la provincia de Córdoba.
“Aspiro en mi pintura salir de lo particular a lo universal. No busco lejos de mí mis temas. Quisiera de las gentes y las cosas que me rodean tomar los elementos necesarios para mis obras. Ver primero lo que ocurre a mi alrededor y documentar este paso de un hombre por la vida… Pintar es un terrible compromiso, no sólo con uno mismo, sino con el mundo”.
(Lino Enea Spilimbergo en reportaje diario Crítica, 4 de octubre de 1937, p.9)