Fuerzas Armadas
Bicentenario de la muerte del General Martín Miguel de Güemes
Publicado el 17 de junio de 2021 – Fuerzas Armadas
Los pueblos buscan evocar su pasado de gloria para rendir homenaje de agradecimiento y reconocimiento a sus próceres por sus obras y acciones, pero también para buscar en ellos los ejemplos necesarios para enfrentar los grandes desafíos. El General Martín Miguel de Güemes es una de las principales figuras de la historia nacional que merece estar a la altura de San Martín y Belgrano.
El caudillo de la sangre irrefrenable, conductor de la tierra en armas y encarnación de los humildes, fue la columna vertebral de la patria, el forjador de la integración regional y un puntal inquebrantable de la patria grande: nuestra Sudamérica.
Su muerte en Salta, en 1821, rodeado por su ejército de milicias gauchas, es símbolo imperecedero de su mandato de futuro: ¡Morir por la patria es gloria!
Oficiales y gauchos juraron ante su espada, en su presencia agónica, rechazar la postrera invasión realista, y lo cumplieron. Güemes, como el Cid Campeador, venció después de muerto.
Cumplió con su palabra: las fuerzas realistas fueron completamente derrotadas y el camino al Alto Perú se abrió por la fuerza vivificante de su brazo incorruptible.
Siete invasiones realistas fueron rechazadas desde 1816 a 1821. Una y otra vez entraron y una y otra vez se retiraron vencidos por las “milicias gauchas” de Güemes, ese verdadero ejército de gauchos, indios y mulatos atraídos por la confianza y el respeto de ese hombre que les proponía una epopeya en la que desempeñarían un papel crucial.
Hoy, como ayer, su nombre recorre nuestra tierra y regresa aquí, a Buenos Aires, escenario de sus primeras hazañas, de su defensa de la frontera atlántica ante el invasor inglés.
La toma del buque inglés “Justina”, en la zona de Retiro, es un hecho paradigmático de nuestra historia. Fue un combate de gesta, con viento marino. Aquí, en el río de la Plata, sucedió lo imposible: que un buque sea tomado por la caballería. Güemes lo hizo posible.
La batalla de Suipacha, primera victoria de las armas de la revolución, lo tiene como protagonista fundamental. Fue borrado del parte de batalla. Era la primera pero no la última vez que las envidias y las intrigas obstruirían su camino.
Por su meritorio accionar, San Martín lo designó General en Jefe del Ejército de Observación y le encomendó la misión de auxiliarlo en la liberación del Perú.
Cuando la autoridad nacional tendió a disolverse, y en lo que se considera el primer acto de autonomía política de nuestra incipiente e inorgánica democracia del siglo XIX, el Cabildo de Salta eligió a Güemes como gobernador. Fue el primer gobernador argentino electo en ejercicio de una autonomía local negada durante la administración española y postergada en su aplicación por los primeros gobiernos patrios. Güemes fue de este modo, quien inauguró nuestro federalismo de hecho.
Un complot regional impidió que avanzara sobre el Alto Perú -actualmente Bolivia- a fin de cumplir con el plan sanmartiniano: llegar a Lima, centro del poder español en América, y constituir los Estados Unidos de la América del Sur.
Pero los adversarios de Güemes no apoyaban una guerra que consideraban ajena. En ese contexto, los realistas, planificaron su muerte. La noche del 7 de junio de 1821 Güemes fue herido de bala y tras 10 días de agonía, dejaba de existir.
Su liderazgo fue legítimo. Güemes entendió los reclamos populares del gauchaje. Por esto, fue llamado “padre de los pobres”. Sus gauchos lo amaron y juntos, ganaron un lugar en la historia de la independencia de nuestra Nación.
Recordarlo a dos siglos de su fallecimiento es un acto de justicia hacia el pasado y de inspiración hacia el futuro.